ROJO SOBRE BLANCO
¿ Hay algo más hermoso que un sentimiento?. Si, la emoción de verla a ella a cada instante. Creo que todo cambió en el momento que sus labios rojos dibujaron miles de senderos sobre mi piel. La sensación de plenitud recorrió mi alma, por fin éramos el uno del otro. Que lejos quedaban aquellos días de incertidumbre, aquellos momentos de desesperación en los que la enorme distancia que nos separaba se me hacía un universo. ¿ Como comenzó todo? No podría decirlo, lo único que sé es que después de meses de no saber si me estaba enamorando, de meses de no saber que es lo que ella sentía por mi, un día me encontré en el avión volando a su encuentro.
Como soy muy sinvergüenza, no le dije nada, simplemente tenía planeado llegar a su ciudad, conectarme en un ciber y decirle, ves a tal sitio, que ahí estaré. Así lo planee y así estaba dispuesto a hacerlo. Llegué a su ciudad, me acomodé en el hotel y me dirigí a un ciber que había cerca. Al entrar fue una sensación inenarrable, ella estaba allí, supongo que esperando que yo apareciera, con toda la calma del mundo, pedí una maquina, me senté y abrí sesión, ella no me había visto. Comenzamos a hablar como siempre, bueno como siempre no, yo estaba tan alterado que hasta ella lo notó. Llegado este punto, le dije, levántate y mira a tu derecha, al fondo de la sala. Ella se levantó, pálido el semblante, miró y por fin me vio, su cara pasó del asombro al enojo y llegó a la felicidad, salió corriendo hacia donde yo me hallaba y el abrazo y el beso fue indescriptiblemente bello, nos comimos el alma a besos, nada más había a nuestro alrededor. Para que contaros lo que luego ocurrió, fuimos felices, y acabamos donde ahora nos hayamos, en mi hotel, han pasado 10 días, y mi estancia llega a su fin. Por motivos que no vienen al cuento ella no vendrá conmigo de regreso y eso nos tiene a ambos apenados, pero felices por estar juntos. Nos prometemos que en menos de un año estaremos viviendo juntos, llega mi hora de partir, me vuelvo a mi ciudad, nos despedimos, nos besamos y nada puede enturbiar esa felicidad.
Al llegar a mi casa, con el alma hecha jirones por haberla dejado allí, me dispongo a llamarla, marco su número y nadie contesta, que raro, me dijo que estaría, llamo a una amiga y si está, pero se queda callada cuando le pregunto por ella y llora, no me atrevo a más, solo cuelgo, pienso en ella, en que es un mal sueño, me llaman, es la amiga, no contesto, se lo que me vana decir.
Me quedo pensando, recordando el rojo de sus labios sobre el blanco de mi piel, ahí, siempre estará ese bello recuerdo, y sus ojos, sus lindos ojos.
Rojo sobre blanco……
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